Recuerdos de más de 60 vuelos papales con Juan Pablo II

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18/08/2020
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Maurizio trabajó en Alitalia, la aerolínea encargada de los vuelos papales. 

Participó en más de 60 viajes con Juan Pablo II, desde finales de los 80 hasta el año 2004, cuando el pontífice salió por última, vez rumbo a Lourdes.

MAURIZIO DICKMANN
“Cuando el Papa se iba de viaje, despegaba en torno a las 8.30 de la mañana del aeropuerto de Fiumicino. Eso, para nosotros, implicaba estar allí a las 3 porque había que hacer muchas cosas, y había que levantarse a medianoche. Cuando viajaba a otros continentes eran vuelos de 12 o 13 horas. Y cuando llegabas había que seguir trabajando. Nos íbamos a la cama después de 20 horas de trabajo... Sin embargo, no nos sentíamos cansados porque el carisma de ese hombre, su capacidad de involucrarte emotivamente, su fuerza espiritual... la sentías dentro”.

Maurizio guarda el recuerdo de un momento especial que se producía en cada viaje: el instante del despegue.

MAURIZIO DICKMANN
“Para tener más energía, cuando despega el avión apaga todas las luces. Pero una permanecía encendida, la del Papa. Y todos estábamos ahí observándolo fijamente. Porque en la oscuridad se veía esa blancura y se sentía este silencio místico. Y en ese momento te decías: misión cumplida. El maestro regresa, nosotros hemos trabajado para él y él ha trabajado para nosotros, para la Iglesia”.

Tiene muchos recuerdos, algunos imborrables. Especialmente los del viaje que Juan Pablo II hizo a Cuba en 1998.

MAURIZIO DICKMANN
“De Cuba me llevé un recuerdo precioso, este libro. Imitación de Cristo. Le pedí al Santo Padre, a través de su secretario, que me la firmase y lo hizo. Y yo esto siempre lo llevo conmigo. Cuba fue un viaje particular. Cuando el Papa y Castro se despidieron se cruzaron las miradas y se me quedó grabado porque se miraron directamente a los ojos. Vi la mirada de Castro y la del Papa. Eran dos carismas, dos grandes carismas que se encuentra, y cuando se encuentran dos grandes carismas el libro de la historia vibra... Y cuando el Papa subió a bordo yo y mi colega no resistimos y saludamos a Castro: ‘Comandante, encantado’”.

Maurizio ya se ha jubilado pero nunca olvidará los viajes de la mano de Juan Pablo II. De él también recuerda un encuentro muy personal: cuando el entonces pontífice celebró los 25 años de matrimonio de Maurizio y su mujer en su capilla privada en el Vaticano.

Javier Romero

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