Estos peluches, colocados en varios puntos de lo que hasta hace días fue el centro económico del Líbano, reflejan el deseo de sus habitantes de levantar nuevamente a Beirut.
La magnitud del desastre es tal que, en medio de las labores de rescate, ha sido fundamental la colaboración de miles de voluntarios. Entre ellos este grupo de migrantes.
CHAGID BACHA
Voluntario
“Al día siguiente, por iniciativa propia y solo, bajo todos los riesgos ya que se decía que pudiese haber una replica, decidí ir y ver la ciudad. Allí me encontré la destrucción total. Es imposible no llorar, pero también viendo destrucción, encontré en un pequeño rincón algo llamado esperanza”.
Con motivo de la guerra en el Líbano, entre 1975 y 1990, muchos libaneses emigraron a distintos países de América Latina.
En la actualidad muchos de sus descendientes han vuelto. Y tras la explosión se han arremangado las mangas sin pensárselo dos veces para dar apoyo médico, asistencial, de acompañamiento psicológico y contribuir a las tareas de limpieza en la tierra de sus antepasados.
CHAGID BACHA
Voluntario
“De eso se trata, así es el libanés, de eso estamos hechos los extranjeros. En mi equipo de trabajo, de voluntarios, hay venezolanos, mexicanos, colombianos, de Ecuador, tenemos gente de Estados Unidos”.
Están organizados por cuadrillas de trabajo, a las que se han sumado voluntarios sirios y paquistaníes. No importa el credo o el país de origen cuando de ayudar al otro se trata.
CHAGID BACHA
Voluntario
“Tenemos equipos que reparten comida y ofrecen distintos servicios. Tenemos los equipos médicos que son voluntarios. En mi caso, en mi grupo de trabajo, somos los que levantamos y recogemos escombros, vidrios y los separamos para su reciclaje también”.
A pesar de la impresionante labor de este grupo de migrantes, dicen que sin el apoyo de la Comunidad Internacional será muy complicado reconstruir Beirut, tanto sus edificios como las almas de tantos libaneses.
Daniel Díaz Vizzi