En pleno corazón de Roma, escondido en una pequeña calle cerca de la popular Piazza Navona, se encuentra un tesoro renacentista apenas restaurado a su esplendor original.
El banquero sienés Agostino Chigi encargó este fresco al genial Rafael 1515. Quería decorar la Capilla Chigi de la iglesia de Santa Maria della Pace.
Representa a cuatro sibilas, las mujeres que pronunciaban oráculos en la mitología romana, que reciben la noticia de la Resurrección de Cristo.
ANTONIO FORCELLINO
Restaurador de Arte
'Miguel Ángel pintó unas sibilas en la Capilla Sixtina dos años antes de que Rafael aceptara este proyecto. Por eso, estas sibilas pueden ser vistas como la respuesta de Rafael. Miguel Ángel las representó con rostros inquietantes; Rafael, como de costumbre, las representa como personajes muy dulces'.
Las formas de los rostros de las sibilas aluden a las figuras que Rafael dibujó en sus obras durante ese periodo. El resultado es una manifestación de su concepción del arte y la belleza.
ANTONIO FORCELLINO
Restaurador de Arte
“Rafael es un intelectual social. A diferencia de Leonardo y Miguel Ángel, él nunca trabaja solo. Siempre está atento a su alrededor, a lo que hacen los demás, a las obras de Miguel Ángel y Leonardo, para llevarlos aún más lejos. Y sobre todo, presta atención a las ambiciones y aspiraciones no sólo de los pintores, sino también de los escritores, los filósofos, los intelectuales”.
El experto en el Renacimiento, Antonio Forcellino ha escrito tres libros sobre Leonardo, Miguel Ángel y Rafael. Fue el responsable de la restauración del fresco, una tarea que comenzó en febrero de 2020. Explica que el impacto de la sensibilidad social y el genio del artista se siente tan fuertemente ahora como en su propio tiempo.
ANTONIO FORCELLINO
Restaurador de Arte
'Rafael es un productor de talentos. Todos sus ayudantes, como Giulio Romano y Gianfrancesco Penni, se convierten en artistas extremadamente importantes, porque Rafael trabaja con sinergia. Rafael ve un importante futuro colectivo. Este es su mayor legado.'
Como siempre iba un paso adelante, con este fresco Rafael une la arquitectura y la pintura, una innovación que más tarde impregnó el arte barroco y que aún sigue siendo un ejemplo por excelencia de la creatividad del Renacimiento.
Claudia Torres
Traductor: Daniel Díaz Vizzi / JMB
