Santa Sofía fue lo que para los católicos de hoy es San Pedro. Era la sede del Patriarca de Constantinopla, la ciudad que tras la caída del Imperio Romano se convirtió en la capital política y cultural de Occidente.
PHILIP GOYRET
Pontificia Universidad de la Santa Cruz
“La Europa Occidental mirada desde Bizancio era un mundo caótico. Y una ciudad Roma que llegó a tener menos de 20.000 habitantes. Bizancio era la cuna de la cultura”.
NIKOS TZOITIS
Asesor del Patriarcado Ecuménico en Roma
“Los historiadores dicen que en el Imperio Bizantino se iba al panadero y se discutía de teología.
Sin embargo la ciudad cayó en el 1453 ante las tropas del sultán Mehmed II. De basílica pasó a ser un mezquita hasta que casi 500 años después se convirtió en museo tras la orden del llamado padre fundador de la Turquía moderna, Mustafá Kemal Ataturk.
La decisión buscaba conciliar posturas entre cristianos y musulmanes. Sin embargo, ahora el Consejo de Estado de Turquía ha decidido llevar la cuestión al presidente Erdogan, quien ahora tiene la última palabra.
La cuestión ha levantado tensión a nivel internacional. El Secretario de Estado de Estados Unidos ha pedido que se respete el estatus actual y Grecia, país ortodoxo y vecino de Turquía, ha pedido a la Unesco que intervenga.
Santa Sofía era la sede del patriarca de Constantinopla, quien también ha pedido que no se cambie la situación actual para evitar que el ahora museo se convierta en “causa de enfrentamiento y conflicto”.
A nivel político el presidente de Turquía tendrá que valorar si le compensa enemistarse más con Occidente para ganarse el favor de ciertos sectores islámicos del país.
Cuando Pablo VI fue allí levantó una polémica. Se puso de rodillas para pedir perdón a los ortodoxos por la ruptura del año 1053. El gesto no fue apreciado por las autoridades turcas de entonces porque Santa Sofía había sido convertida en museo y estaba prohibido rezar allí. El objetivo era evitar que se hiriera cualquier tipo de sensibilidad religiosa.
Javier Romero