FRANCISCO
No puedo dejar que termine esta Misa sin recordar los sacerdotes.
El Jueves Santo el Papa pidió rezar por los más de 60 sacerdotes que entonces habían fallecido en Italia a causa del COVID-19. Según el periodista Francesco Ognibene, de Avvenire, en la actualidad serían más de 120.
Se trataría del segundo colectivo más afectado por la pandemia en este país, después de los médicos. La elevada edad les convirtió en un grupo vulnerable. Sin embargo, Francesco Ognibene, dice que estas muertes también son la prueba de que eran sacerdotes comprometidos. Se contagiaron porque estaban entre sus parroquianos, entre su rebaño, y no separados de ellos.
Aunque fueran ancianos no todos estaban jubilados. Don Quadri, de 76 años era conocido como el “sacerdote de los migrantes”. En los últimos 18 años se encargó de la pastoral con ellos en Milán.
Giovanni Melis se hizo sacerdote tras quedar viudo. Siempre fue muy activo en la parroquia, tanto antes como después de ordenarse. Tenía 72 años.
También fallecieron sacerdotes más jóvenes como Paolo Camminanti, de 53 años, que fue responsable de la pastoral juvenil de su diócesis.
Bérgamo, en Lombardía, fue una de las zonas más golpeadas por la tragedia. A su hospital el Papa donó 60.000€ y habló con su obispo Francesco Beschi por teléfono.
“El Papa, conmovido, quería estar cerca de todos nosotros”.
Aunque en Italia los números de la pandemia han mejorado notablemente, la situación en marzo y abril fue dramática. Llegó a ser el país del mundo con más fallecidos por el coronavirus. La muerte de sus sacerdotes ha conmocionado y sigue conmoviendo a sus parroquianos.
Javier Romero