La procesión se dirigió al Altar de la Cátedra entre las voces del coro que cantaba la melodía “Hai dato un cibo”, “Has dado alimento”.
Francisco presidió la ceremonia con los hábitos de color blanco, color que corresponde a fiestas como la del Corpus Christi.
Entre los pocos presentes, unos 50 y todos dotados con mascarilla, el Papa reflexionó sobre la Eucaristía como expresión de amor de Dios por los hombres. Dijo que es la curación de tres enfermedades. La primera de ellas sería el dolor provocado por la falta de afecto.
FRANCISCO
Muchos tienen la memoria marcada por faltas de afecto y desilusiones que queman, recibidas de quien tendría que haberles ofrecido amor y en cambio les ha dejado el corazón huérfano. Se querría volver atrás y cambiar el pasado pero no se puede. Dios puede curar estas heridas.
El Papa señaló que la segunda enfermedad que la Eucaristía cura es el dolor provocado por las humillaciones.
FRANCISCO
Siempre tendremos ante los ojos nuestras caídas, las fatigas, los problemas de casa y del trabajo, los sueños no realizados. Pero su peso no nos aplastará porque, en lo más profundo, está Jesús que nos anima con su amor.
La última enfermedad sería la comodidad, el sedentarismo. Francisco dijo que la Eucaristía es un motor que mueve a las personas a darse a los demás y servirles.
FRANCISCO
Nos levanta de nuestro cómodo sedentarismo, nos recuerda que no somos solo bocas para alimentar, sino que somos sus manos para alimentar al prójimo.
Al terminar, puesto que todavía no se pueden hacer procesiones por las calles, todos los presentes participaron en silencio en unos minutos de adoración eucarística.
...Después, al salir en procesión, el Papa se detuvo unos instantes a rezar ante la imagen de la Virgen.
El Corpus Christi se celebró en Roma en un clima de alegría contenida. Aunque en Italia ya se permite ir a Misa los domingos, el Vaticano todavía no ha dado luz verde a encuentros multitudinarios.
Javier Romero