Francisco recordó que en los momentos de duda es cuando se toca la propia vulnerabilidad. Como ejemplo puso el caso de Jacob, todo un “Self-made man” del Antiguo Testamento. Un hombre hecho a sí mismo sin la ayuda de nadie.
FRANCISCO
“No sabía qué era la misericordia. Era él. 'Aquí estoy yo, yo mando'. Pensaba que no necesitaba misericordia”.
Sin embargo llegó su momento de vulnerabilidad. En su juventud había traicionado a su hermano y siente la necesidad de reconciliarse con él, aunque le preocupa su reacción. En ese momento apareció un adversario desconocido, con el que luchó durante toda la noche. El adversario era Dios y dejará a Jacob cojo para toda la vida. Y no solo eso.
FRANCISCO
“Sale cambiado. Por una vez no es el padrón de la situación, su astucia no sirve. No es el estratega y hombre calculador. Dios lo devuelve a su verdad de mortal que tiembla y que tiene miedo. Le cambia el nombre, le cambia la vida, le cambia la actitud”.
El Papa explicó que ese combate que mantuvo Jacob con su adversario es una metáfora de lo que es la oración.
FRANCISCO
“En esa misma noche, combatiendo contra lo desconocido, tomaremos conciencia de ser solo pobres hombres. Me permito decir: miserables. Pero justo en ese momento, cuando me siento un miserable, no habrá que temer. Porque en ese momento Dios nos dará un nombre nuevo, que contiene el sentido de toda nuestra vida”.
Con este ejemplo, Francisco señaló que la oración solo se puede hacer cuando se siente la propia vulnerabilidad. Un hombre soberbio u orgulloso no dejará espacio a Dios.
Javier Romero