Durante su Audiencia General desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa Francisco continuó su catequesis sobre la oración. Meditó sobre el episodio de la lucha de Jacob contra un ser desconocido que se enfrenta a él en un momento de duda.
Jacob era un hombre “que había hecho de la astucia su mejor arma”. Sin embargo en aquel combate “A pesar de su esfuerzo, aquel ser desconocido le hirió en el muslo y lo dejó cojo, mostrándole así su verdadera condición de fragilidad y vulnerabilidad”. Francisco explicó que “a ese Jacob herido, Dios lo bendijo y le dio un nombre nuevo, haciéndole entrar en su tierra con el corazón renovado. Quien antes era “impermeable” a la gracia y a la misericordia a causa de su presunción, Dios lo salvó de su extravío y lo miró con ternura”.
TEXTO DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL
Queridos hermanos y hermanas:
Seguimos la catequesis sobre la oración, y lo hacemos con la historia del patriarca Jacob, un hombre que había hecho de la astucia su mejor arma. Estuvo enfrentado siempre con su hermano Esaú y consiguió con sutilezas la bendición de su padre que pertenecía al primogénito. Fue esta la primera de una larga serie de argucias, que harán de él un hombre rico, que se hizo a sí mismo con tenacidad y paciencia.
Pero un día sintió el deseo de volver a casa, y se puso en camino. Al llegar a la última etapa de ese viaje de regreso hizo pasar a toda su familia y a su ganado el torrente que delimitaba las tierras de su hermano. Era de noche, estaba solo, y un torbellino de pensamientos lo envolvía. En ese momento se produjo su encuentro con Dios, que es descrito como una lucha con un desconocido en medio de la oscuridad; es símbolo del combate de la fe y de la victoria de la perseverancia.
En esa pelea Jacob no se mostró como el hombre calculador y el fino estratega que había vencido a todos con su astucia. A pesar de su esfuerzo, aquel ser desconocido le hirió en el muslo y lo dejó cojo, mostrándole así su verdadera condición de fragilidad y vulnerabilidad. Pero, al mismo tiempo, ese combate le manifestó la forma de “luchar” con Dios. A ese Jacob herido, Dios lo bendijo y le dio un nombre nuevo, haciéndole entrar en su tierra con el corazón renovado. Quien antes era “impermeable” a la gracia y a la misericordia a causa de su presunción, Dios lo salvó de su extravío y lo miró con ternura.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española, que siguen esta catequesis a través de los medios de comunicación social. Pidamos al Señor que nos dé la fortaleza para dejarnos sorprender por su misericordia, para aceptar nuestra fragilidad sin temor, sabiendo que, aunque sea de noche y estemos solos, combatiendo contra lo desconocido, Dios puede dar sentido a toda nuestra vida y regalarnos la bendición que reserva a quien se deja trasformar por Él. Que el Señor los bendiga.