Queridos hermanos y hermanas de los Estados Unidos,
Sigo con gran preocupación los dolorosos desórdenes sociales que están ocurriendo en vuestro país en estos días, tras la trágica muerte del Señor George Floyd.
Queridos amigos, no podemos tolerar ni cerrar los ojos ante ningún tipo de racismo o exclusión y pretender defender la santidad de toda vida humana.
Al mismo tiempo, debemos reconocer que 'la violencia de las últimas noches es autodestructiva. Nada se gana con la violencia y mucho se pierde'.
Hoy me uno a la Iglesia de Saint Paul y Minneapolis, y de todo Estados Unidos, para rezar por el descanso del alma de George Floyd y de todos los demás que han perdido sus vidas a causa del pecado del racismo.
Recemos por el consuelo de las familias y amigos afligidos, y recemos por la reconciliación nacional y la paz que anhelamos.
Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de América, intercede por todos los que trabajan por la paz y la justicia en tu tierra y en el mundo.