Este hospital adaptó sus estructuras para que al menos un familiar pudiera estar junto a su ser querido antes de que falleciera por coronavirus. Lo mismo hicieron con los residentes ancianos que no estaban afectados por el COVID-19 pero cuya situación era delicada como el caso de esta familia.
“Pues dentro de la pena y la tristeza la experiencia ha sido buenísima. Mi padre ingresó el martes 28 de abril y murió al día siguiente. Entonces la alegría que tenemos es que pudimos estar con él. Sobre todo mi madre, le estuvo dando de comer, atendiéndole, despidiéndose”.
Se trata del centro La Laguna en Madrid, España, donde también dedicaron una entera planta del hospital a enfermos de COVID-19. Los afectados podían conectar diariamente con sus familiares a través de videoconferencia.
Es un centro pionero en la prestación de cuidados paliativos. Por eso los médicos y enfermeros están acostumbrados a acompañar a personas con pocas posibilidades de salir adelante. Sin embargo confiesan que el coronavirus ha supuesto un paso más difícil a la hora de aliviar sufrimientos.
ALONSO G. PUENTE
Psicólogo
“Los profesionales de paliativos son unos profesionales que ya estamos acostumbrados a vivir con el sufrimiento, y a trabajar con la muerte, la angustia, la frustración. Pero había que adaptarse porque ahora nos faltaba el contacto físico, nos faltaba la mirada, la caricia, el tiempo”.
YOLANDA ZURIARRAÍN
Médico de cuidados paliativos
“Acompañar esos síntomas, que no son físicos sino más emocionales, es más difícil conlleva conocer esa persona y rozar ese sufrimiento mano a mano”.
En el hospital la presencia de voluntarios es de mucha ayuda porque contribuyen a dar un ambiente más familiar con iniciativas como esta: involucrar a una asociación de jóvenes. Estos regalaron un libro con una carta personalizada a los residentes del hospital que, aunque no fueran positivos, recibían menos visitas que de costumbre.
Sin embargo, el personal del hospital no ha salido indemne. El coronavirus ha costado la vida de su capellán don José.
ANA M. PÉREZ
Oficina de Comunicación “La Laguna”
“Es un hombre que estuvo acompañando a uno de nuestros voluntarios que había enviudado para poder hacerle más llevadera esa situación y por eso enfermó de coronavirus y finalmente falleció”.
Su pérdida fue un duro golpe en el hospital, donde los trabajadores guardan un gran recuerdo suyo.
Acompañaba a quienes esperaban la muerte y los seguía de cerca aunque no solo presidió funerales. También hizo bautizos y hasta matrimonios. Quién dice que un hospital no sea el lugar adecuado para dar el sí quiero aunque quede poco de vida o se tengan muchos años.
Javier Romero