A lo largo de su vida, Juan Pablo II fue un promotor de la solidaridad. Pero también lo fue su hermano Edmund. Su historia es menos conocida y recuerda a la de muchos médicos y enfermeras que han ayudado a enfermos de Coronavirus.
WLODZIMIERZ REDZIOCH
Periodista
'El doctor Edmund Wojtyla era un pequeño 'buen samaritano'. Todos lo recuerdan como una persona totalmente comprometida con el bien de sus pacientes'.
En 1932, en medio de una epidemia de escarlatina, el joven médico era jefe del departamento de enfermedades infecciosas de un hospital de Bielsko, en Polonia.
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'En su departamento, había una paciente, una mujer joven, con escarlatina. Todos tenían miedo de acercarse a ella para curarla'.
Nadie la ayudaba excepto el doctor Edmund Wojtyla, que se encargó de atenderla a pesar del riesgo que corría.
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“El doctor se contagió, y precisamente después de la muerte de la paciente, Edmund Wojtyla también falleció”.
Este modo de servir a los enfermos muestra el sentido de humanidad que es decisivo en la profesión médica.
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“Tenía una bondad de corazón que era propia de su familia. Porque era lo que respiraba en casa, era el aire de la familia Wojtyla”.
También hoy decenas de miles de médicos y enfermeras trabajan incansablemente contra la pandemia. Muestran el infinito valor del servicio y la profundidad de su dedicación profesional.
CT / JMB