Este fue el aspecto que presentó la basílica de San Pedro en el Domingo de Ramos
Francisco presidió la ceremonia con apenas un puñado de colaboradores en el fondo de la basílica vaticana, en el llamado Altar de la Cátedra.
Se leyó el pasaje de la muerte de Jesús, ante el que, como es tradición, todos se arrodillan para rezar unos instantes en silencio.
El Papa reflexionó sobre la Pasión de Cristo, elemento central de la Semana Santa junto a la Resurrección.
Dijo que el sacrificio que hizo Jesús tiene un mensaje clave para afrontar los momentos difíciles de la vida.
FRANCISCO
“Lo hizo para decirnos: No temas, no estás solo. Yo he pasado por toda tu desolación, para estar siempre a tu lado. Hoy, en el drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan, frente a tantas expectativas traicionadas, con el sentimiento de abandono que nos oprime el corazón, Jesús nos dice a cada uno: “Ánimo, abre el corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios, que te sostiene”.
El Papa también recordó que en este día se celebra la Jornada Mundial de la Juventud a nivel local en todo el mundo. Por eso dirigió a los jóvenes este mensaje.
FRANCISCO
No pensemos solo en lo que nos falta, sino en el bien que podemos hacer. Queridos amigos: mirad a los verdaderos heroes, que en estos días salen a la luz. No son los que tienen fama, dinero y éxito, sino los que se dan a sí mismos para server a los demás. Sentíos llamados a poner en juego la vida. No tengáis miedo de gastarla por Dios y por los demás. La ganaréis.
Apenas unos 30 colaboradores participaron en esta ceremonia. Solo hubo un cardenal, el arcipreste de la basilica de San Pedro, Angelo Comastri.
Al terminar la Misa, y antes de rezar el Ángelus, el Papa anunció que el paso de la Cruz de jóvenes de Panamá a jóvenes de Lisboa se retrasaría hasta la fiesta de Cristo Rey, en noviembre. Es tradicional que representantes de la última edición pasen esta Cruz a representantes de la próxima.
Francisco envió un ultimo mensaje a los enfermos, familiares y víctimas.
FRANCISCO
Abracemos espiritualmente a los enfermos, a sus familiares y a cuantos los curan con abnegación. Recemos por los difuntos, a la luz de la fe pascual. Cada uno está presente en nuestro corazón, en nuestro recuerdo, en nuestra oración.
En la celebración no faltaron las dos advocaciones ante las que Francisco rezó desde el inicio de la pandemia en Italia. La patrona de Roma, la Salus Populi Romani y el Crucifijo de San Marcelo, situado en el centro. A él, el pueblo de Roma, le atribuye el fin de la Gran Peste del año 1522.
Javier Romero