El Vaticano ha explicado con este documento cómo celebrar la Semana Santa, con las limitaciones que impone el coronavirus.
Dice que la fecha de la Pascua no puede modificarse, porque tiene una importancia central en el año litúrgico.
En cambio, el obispo sí puede aplazar la misa crismal o las procesiones de Semana Santa. Recomiendan tenerlas en torno al 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. (Aunque es una sugerencia, pueden hacerse en cualquier otra fecha que el obispo considere oportuna).
Como no puede haber aglomeraciones, no podrá celebrarse en público el Triduo Pascual. Los obispos y párrocos deberán avisar a las personas de cómo seguirlo por televisión o Internet, pero ceremonias en directo, y no grabadas.
En los oficios del Jueves Santo se suspende el tradicional lavado de pies y la procesión con la Eucaristía hasta el sagrario donde quedaba reservada hasta el día siguiente.
La ceremonia del Viernes Santo no tiene especiales cambios, pero se rezará especialmente por los enfermos y quienes han fallecido.
En la Vigilia Pascual del Sábado Santo, se omitirá el encendido del fuego y no habrá bautizos de adultos.
Obviamente estos cambios son válidos sólo para el año 2020.
Enlace al decreto: aquí
CT/JMB