En su homilía en Santa Marta, el Papa alertó del drama de estar muy informados, pero con el corazón cerrado al dolor de las personas.
FRANCISCO
“Todos sabemos, porque lo hemos oído en las noticias o lo hemos visto en los periódicos, cuántos niños sufren hambre en el mundo hoy en día; cuántos niños no tienen las medicinas necesarias; cuántos niños no pueden ir a la escuela”.
Francisco dijo que esta actitud muestra la globalización de la indiferencia ante los dramas de la humanidad.
FRANCISCO
“Decimos 'Eh, pobrecitos...' y seguimos adelante. Esta información no llega al corazón, y muchos de nosotros, muchos grupos de hombres y mujeres viven en este desapego entre lo que piensan, lo que saben y lo que sienten: el corazón está desapegado de la mente. Son indiferentes”.
Según el Papa, se corre el peligro de olvidar el propio nombre, y pensar que lo que nos define es lo que tenemos o lo que nos falta.
TEXTO DE LA HOMILÍA EN ESPAÑOL
Vaticano
Francisco, siguiendo la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón, dijo que la sociedad esta muy informada de todo, pero no conoce nada de su vecino, de aquel que está a su lado y está sufriendo.
“Vivimos muy informados, pero con el corazón cerrado. La información no llega a nuestros corazones no nos sentimos sacudidos por el drama de los demás. Vivimos en la indiferencia, la indiferencia es este drama de estar bien informados, pero no sentir la realidad de los demás. Este es el abismo de la indiferencia”.
“Hay un gran abismo entre nosotros, no podemos comunicarnos, no podemos pasar de un lado a otro …Todos sabemos, porque lo hemos oído en las noticias o lo hemos visto en los periódicos, cuántos niños sufren hambre en el mundo hoy en día; cuántos niños no tienen las medicinas necesarias; cuántos niños no pueden ir a la escuela. Continentes, con este drama: lo sabemos. Eh, pobrecitos... y seguimos con nuestra vida. Esta información no llega al corazón, y muchos de nosotros, muchos grupos de hombres y mujeres viven en este desapego entre lo que piensan, lo que saben y lo que sienten: el corazón está desprendido de la mente. Son indiferentes”.,
Al hilo de la “globalización de la indiferencia”, recordó que hoy, en Roma podríamos inquietarnos porque parece que las tiendas están cerradas y no puedo seguir mi estilo de vida, mis paseos, moverme con facilidad y libertad. Preocupados por nuestras cosas. Sin pensar, que las tragedias de los migrantes no se han detenido, que existe aún el hambre en el mundo.
“Nos olvidamos de los niños hambrientos, olvidamos a esos pobres que, en las fronteras de los países, buscando la libertad, esos migrantes forzados que huyen del hambre y de la guerra y sólo encuentran un muro, un muro de hierro, un muro de alambre de púas, un muro que no los deja pasar. Sabemos que esto existe, pero el corazón se siente afectado. Vivimos en la indiferencia”.
“La mundanidad nos ayuda en esto. Hemos caído en la cultura de los adjetivos donde tu valor es lo que tienes, lo que puedes... Pero no '¿cómo te llamas?': has perdido tu nombre. La indiferencia lleva a esto. Perder el nombre. Somos solamente los ricos, somos sólo adjetivos”.