Esta iglesia de Roma, San Bartolomé en la Isla Tiberina, guarda en sus capillas recuerdos de testimonios de la fe del siglo XX.
La mayoría no son santos, pero derramaron su sangre por ser cristianos. Por ejemplo, el breviario del padre Jacques Hamel, asesinado por extremistas en su iglesia de Francia.
Hace unos meses, los católicos de Sri Lanka llevaron allí una reliquia muy simbólica.
P. JUDE RAJ FERNANDO
Rector, Santuario de San Antonio (Sri Lanka)
“Es una reliquia de las dos iglesias de Sri Lanka atacadas con bombas el pasado Domingo de Pascua”.
“Estas piezas representan a toda la comunidad: los niños, los ancianos, la misa, las estatuas, nuestra fe”.
El 21 de abril de 2019, terroristas explotaron bombas sincronizadamente en iglesias y hoteles de Sri Lanka.
Este sacerdote es el rector de una de esas iglesias. Ha traído a Roma recuerdos de quienes dieron la vida ese día: desde el biberón de una de las víctimas, hasta trozos de cristal de las ventanas, el rosario de una estatua de la Virgen María o el purificador utilizado durante la Misa.
Pero lo más importante, es el mensaje que quiere transmitir.
P. JUDE RAJ FERNANDO
Rector, Santuario de San Antonio (Sri Lanka)
“El centro de la reliquia es el perdón. Era Pascua. Nos preparamos durante Cuaresma para perdonar, para amarnos unos a otros, que es lo que nos dijo Jesús en la Cruz. Es lo que celebramos el domingo de Pascua. Yo repito las palabras de Jesús: 'Padre, perdónales porque no saben lo que hacen'”.
Ahora las reliquias tendrán un lugar especial en el corazón de Roma, junto a otras memorias de héroes de la fe que allí custodia la Comunidad de San Egidio.
Por ejemplo, el rosario de Ceferino Giménez Malla, un gitano asesinado en la guerra civil española; la biblia de Shabaaz Bhatti, el ministro de Paquistán asesinado por su labor a favor de las minorías religiosas; o reliquias del sacerdote polaco Jerzy Popieluzsko, secuestrado y asesinado en 1984.
Un lugar para recordar a los cristianos que hoy no temen perder la vida por dar testimonio de su fe.
JMB