En la audiencia general, el Papa habló de la segunda bienaventuranza, “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”.
Aseguró que se trata “una actitud fundamental en la espiritualidad cristiana: el dolor interior que nos abre a una auténtica relación con el Señor y con el prójimo”.
“Este llanto tiene dos aspectos. El primero, la aflicción causada por la muerte o por el sufrimiento de alguien que amamos. El segundo, un llanto por el dolor de nuestros pecados, provocado por haber ofendido a Dios y al prójimo”, añadió.
Sobre éste, explicó que “el dolor por haber ofendido y herido a quien amamos es lo que llamamos el sentido del pecado, que es un don de Dios y obra del Espíritu Santo, que siempre nos perdona y corrige con ternura”.
CATEQUESIS DEL PAPA EN ESPAÑOL
Queridos hermanos y hermanas:
En nuestras reflexiones sobre las bienaventuranzas, hoy consideramos la segunda: «Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados», que nos indica una actitud fundamental en la espiritualidad cristiana: el dolor interior que nos abre a una auténtica relación con el Señor y con el Prójimo.
Según las Sagradas Escrituras, este llanto tener dos aspectos. El primero, la aflicción causada por la muerte o por el sufrimiento de alguien que amamos. El segundo, un llanto por el dolor de nuestros pecados, provocado por haber ofendido a Dios y al prójimo.
El primer significado alude al luto, que es siempre amargo y doloroso, que paradójicamente puede ayudarnos a tomar conciencia de la vida, del valor sagrado e insustituible de toda persona y de la brevedad del tiempo.
El segundo, indica el llanto por el mal ocasionado, por el bien que no se hizo y por la deslealtad a la relación con Dios; es un llanto por no haber correspondido al amor incondicional del Señor hacia nosotros, por el bien que no quisimos hacer, por no haber querido a los demás. El dolor por haber ofendido y herido a quien amamos es lo que llamamos el sentido del pecado, que es un don de Dios y obra del Espíritu Santo, que siempre nos perdona y corrige con ternura.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y de Latinoamérica. Pidamos al Señor que nos conceda el don de las lágrimas por nuestra falta de amor a Dios y al prójimo, y que por su compasión y misericordia nos permita amar a nuestros hermanos y dejar que entren en nuestro corazón amar. Que Dios los bendiga.