Francisco participó en un encuentro en el Vaticano con la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, y ministros de economía de todo el mundo.
Pronunció un fuerte discurso en el que quiso dejar claro que no hay que resignarse a un mundo con cada vez más personas sumidas en la miseria, cuando la riqueza de unos pocos sigue creciendo.
FRANCISCO
“El principal mensaje de esperanza que quiero compartir con Ustedes es precisamente éste: se trata de problemas solucionables y no de ausencia de recursos. No existe un determinismo que nos condene a la inequidad universal. Permítanme repetirlo: no estamos condenados a la inequidad universal”.
Por eso, apeló a la responsabilidad colectiva para que cada uno haga su parte y puso el dedo en la llaga con una afirmación muy concreta.
FRANCISCO
“Si existe la pobreza extrema en medio de la riqueza, también riqueza extrema, es porque hemos permitido que la brecha se amplíe hasta convertirse en la mayor de la Historia”.
El Papa criticó que el bienestar se haya convertido en algo para unos pocos elegidos. Pidió a organismos financieros y gobiernos que trabajen por el bien común, la justicia social y el desarrollo integral para no convertirse en estructuras de pecado.
FRANCISCO
“Las estructuras de pecado hoy incluyen repetidos recortes de impuestos para las personas más ricas, justificados muchas veces en nombre de la inversión y desarrollo; paraísos fiscales para las ganancias privadas y corporativas, y la posibilidad de corrupción por parte de algunas de las empresas más grandes del mundo, no pocas veces en sintonía con algún sector político dominante”.
Por último, invitó a una renovación de la economía y las finanzas para que colaboren en la búsqueda de soluciones humanizantes a los problemas de la humanidad.