San Pedro se sume en la oscuridad dos veces al año. Una por la Vigilia Pascual y otra por esta fiesta: la Jornada dedicada a la Vida Religiosa que se celebra en el día que la Iglesia recuerda la presentación de Jesús en el Templo y la purificación de María.
Desde el atrio de la basílica partió esta sugestiva procesión. Mientras, el coro recordaba con su canto las palabras de alabanza a Dios que el anciano Simeón pronunció en el Evangelio al ver al Jesús niño: Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel. Es un modo de simbolizar que los religiosos son una luz para el mundo.
En su homilía el Papa fue directo. Recordó que en la vida religiosa no cuentan los logros personales, que a veces son pocos y llevan al desánimo. Lo que cuenta es cuánto espacio se le deja a Dios en el alma.
FRANCISCO
El tentador, el diablo, insiste en nuestra miserias, en nuestras manos vacías. 'En tantos años no has mejorado, no has hecho lo que podías, no te han dejado hacer aquello para lo que valías, no siempre has sido fiel, no eres capaz...'. y corremos el riesgo de perder la brújula que es la gratuidad de Dios.
Francisco señaló que lo que cuenta en la vida de un religioso es su relación personal de amor con Dios. Una relación en la que es clave aceptar las propias debilidades para acoger el perdón y sentirse amados.
FRANCISCO
Creo que era Jerónimo que daba muchas cosas al Señor y el Señor le pedía más. Él le dijo: 'Pero Señor, te he dado todo, todo. ¿Qué me falta?'. 'Tus pecados, tus miserias, dame tus miserias'. Cuando tenemos la mirada fija en Él nos abrimos al perdón que nos renueva y somos confirmados por su fidelidad. Hoy podemos preguntarnos: 'Yo a quién oriento la mirada, al Señor o a mí?'.
A lo largo de la ceremonia se pudo ver un gran mosaico de congregaciones religiosas. Las lecturas fueron pronunciadas por un dominico y un franciscano. En el ofertorio se pudo ver a un benedictino y a un carmelita descalzo entre tantos otros. Francisco llevó ornamentos de Pablo VI y entre los presentes no faltaban el prefecto y el secretario de la Congregación para la Vida Religiosa. El brasileño João Braz de Aviz y el español José Rodríguez Carballo.
Javier Romero