En su homilía en Casa Santa Marta el Papa habló de los celos enfermizos del rey Saúl hacia David. Francisco usó ese pasaje de las Escrituras para advertir del daño que provoca la envidia.
FRANCISCO
“Nos lleva a descartar a la gente. Nos lleva a la guerra. La semilla de una guerra son la envidia y los celos. Pidamos al Señor la gracia de tener un corazón transparente como el de David. Un corazón amistoso, un corazón que no quiere matar a nadie, porque los celos y la envidia matan”.
El Papa invitó a los cristianos a protegerse de la murmuración, porque la polilla puede entrar en el corazón de todos y provocar que hagamos daño a los demás.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA:
Fuente: Vatican News
Nosotros también, cuando sentimos la envida, los celos, hacemos esto, ¿eh? Cada uno de nosotros piense: '¿Por qué esta persona me resulta insoportable? ¿Por qué a aquel otro ni siquiera lo quiero ver? Porque aquel otro...' Cada uno de nosotros piense por qué. Muchas veces buscaremos el por qué y descubriremos que son fantasías nuestras. Fantasías, pero que crecen en esa murmuración conmigo mismo.
Y al final es una gracia de Dios cuando el celoso se encuentra con una realidad como la que le sucedió a Saúl: los celos estallan como una pompa de jabón, porque los celos y la envidia no tienen consistencia.
Estemos atentos, porque esta es una polilla que entra en el corazón de todos nosotros - ¡de todos nosotros! - y nos lleva a juzgar mal a la gente, porque dentro hay una competencia: él tiene algo que yo no tengo. Y así comienza la competencia. Nos lleva a descartar a la gente, nos lleva a una guerra; una guerra doméstica, una guerra de vecindario, una guerra de lugares de trabajo. Pero precisamente en el origen está la semilla de una guerra: la envidia y los celos.
Pidamos al Señor la gracia de tener un corazón transparente como el de David. Un corazón transparente que sólo busca la justicia, busca la paz. Un corazón amigable, un corazón que no quiera matar a nadie, porque los celos y la envidia matan.