Cada 27 de enero es llamado el “Día de la Memoria”. Se trata de una jornada Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
FRANCISCO
Si perdemos nuestra memoria, destruimos el futuro. El aniversario de la crueldad indescriptible que la humanidad descubrió hace setenta y cinco años es un llamamiento para detenernos, guardar silencio y hacer memoria. Lo necesitamos para no volvernos indiferentes.
Se calcula que solo en el complejo Auschwitz Birkenau perdieron la vida en torno a 1.100.000 personas durante sus cuatro años y medio de operatividad.
Este campo del terror ha unido las líneas pastorales de los últimos tres Papas en un mismo sentimiento: El dolor.
Juan Pablo II estuvo allí en 1979. Una visita significativa ya que él sufrió directamente las huellas del totalitarismo.
Aunque sería aún más esperada la visita de un Papa alemán. Benedicto XVI acudió a rezar en Auschwitz en 2006.
BENEDICTO XVI
En un lugar como este se queda uno sin palabras; en el fondo sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios: ¿Por qué, Señor, callaste?.
Ese día, tras la oración del Papa, salió el arcoíris.
Ante tanto dolor, en 2016 Francisco se sentó sobre un banco de piedra a rezar en silencio durante un cuarto de hora. Además, besó algunos lugares empapados de sufrimiento, como el muro de las ejecuciones.
FRANCISCO
¡Cuánto dolor!, ¡cuánta crueldad! ¿Cómo es posible que nosotros, los hombres creados a semejanza de Dios seamos capaces de hacer estas cosas?.
Sentimientos que marcaron uno de los escenarios más oscuros del Siglo XX y que actualmente deben llamar a la reflexión para no perder la memoria.
Daniel Díaz Vizzi