Durante la audiencia general un pequeño se dedicó a pasear por las escaleras que llevan al estrado principal, completamente ajeno a lo que en el palco estaba sucediendo.
Tropezó, se levantó y aplaudió con el público que ovacionaba al Papa. Su actuación desató la sonrisa hasta de los encargados de traducir el contenido de la catequesis en distintos idiomas.
No es la primera vez que un menor llama la atención en el Aula Pablo VI, durante una audiencia general. En otras ocasiones parecidas, Francisco sugirió a los presentes reflexionar sobre la libertad con la que se manejan los pequeños, sin miedo a lo que piense el resto.
Javier Romero