Francisco volvió a estar entre la gente después del incidente del 31 de diciembre, cuando el exceso de entusiasmo terminó provocando su enfado.
En esta ocasión el Papa también tuvo que gestionar exorbitantes muestras de afecto como la de esta religiosa que explotó de emoción al verlo pasar.
Sin embargo, esta vez el Papa reaccionó con ironía.
Tengo miedo. Tú me vas a morder. Tranquilícese. Yo te doy un beso pero usted esté tranquila. No muerdas.
En ocasiones el exceso de entusiasmo puede jugar una mala pasada. En México, por ejemplo, provocó la caída del Papa sobre un enfermo en silla de ruedas.