El Papa comenzó el mes de septiembre con un viaje de 6 días a África, para visitar tres países.
En Mozambique, un país que se está recuperando de casi 2 décadas de guerra y 1 millón de muertos, mantuvo un encuentro interreligioso con los jóvenes y les animó a protagonizar una nueva era de paz.
“Reconciliación, reconciliación, reconciliación”.
También en Maputo visitó un hospital católico de la Comunidad de Sant'Egidio, que atiende a pacientes de SIDA, una enfermedad que padece el 23% de la gente en esta ciudad.
FRANCISCO
“Este centro nos muestra que siempre hay personas dispuestas a detenerse y mostrar compasión, que no ceden a la tentación de decir: 'No hay nada que hacer'”.
Como regalo, le regalaron un báculo de madera, hecho de partes recuperadas del ciclón Idai.
El Papa lo utilizó durante la Misa final en la que se despidió del país.
Francisco también visitó la isla de Madagascar, uno de los países más pobres del mundo.
El momento más impactante en el país fue la visita a Akamasoa, la Ciudad de la alegría. La construyó un sacerdote sobre un basurero, para dar una vida digna a quienes sobrevivían buscando entre los desperdicios.
Se llama Pedro Opeka, ha sacado a 25 mil personas de la pobreza y ha demostrado que es posible cambiar situaciones extremas.
Francisco se quedó sin palabras.
El sacerdote acompañó al Papa por las calles de Akamasoa en papamóvil hasta una enorme cantera en la que trabajan muchos de sus habitantes.
La última etapa del viaje fue isla Mauricio, el único país africano de mayoría hindú.
Aquí celebró una misa ante unas 80 mil personas y pidió a los católicos que no se desanimen ante las dificultades.
FRANCISCO
“Para vivir el Evangelio, no se puede esperar hasta que todo a nuestro alrededor sea favorable, porque muchas veces las ambiciones del poder y los intereses mundanos juegan contra nosotros”.
En Roma le visitó el Patriarca Bartolomé de Constantinopla, líder de la Iglesia ortodoxa.
“Santidad. Buenos días”.
El último domingo del mes, Francisco celebró una misa por los migrantes y refugiados para sensibilizar sobre su dramática situación.
FRANCISCO
“No podemos permanecer insensibles, con el corazón anestesiado, ante la miseria de tantas personas inocentes. No podemos sino llorar. No podemos dejar de reaccionar”.
Tras la ceremonia, Francisco inauguró una estatua en la plaza dedicada a ellos.
Está formada por 140 figuras, y cada una es un personaje real, de diferentes épocas y culturas: desde un judío que escapa de los nazis, a un mexicano que quiere atravesar la frontera.
La estatua estará unos meses en la plaza, y luego viajará por muchos países del mundo. Será una escultura emigrante.
Javier Martínez-Brocal