Julio comenzó con un encuentro muy esperado pero impuntual.
Vladimir Putin aplastó su propio récord y apareció en Via della Conciliazione con más de una hora de retraso. En el último encuentro había hecho esperar al Papa Francisco 50 minutos.
Tras un cordial forcejeo por ver quién entraba primero en el despacho, se inició la reunión. Se trató de su tercer encuentro y duró casi una hora.
Hablaron sobre la situación en Venezuela, Ucrania y Siria.
“Le agradezco el tiempo que me ha dedicado y gracias también por la conversación, muy sustanciosa e interesante”.
Un día después, Francisco se reunió con el arzobispo mayor de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, la segunda tradición católica más numerosa, después de la latina. Cuenta con entre 6 y 10 millones de fieles.
Sviatoslav Shevchuk aprovechó el encuentro, en búsqueda de la unidad, e invitó a Francisco a Ucrania.
ARZ. SVIATOSLAV SHEVCHUK
Arzobispo Mayor, Iglesia Greco-Católica Ucraniana
“Desde hace cinco años, Ucrania es víctima de una guerra que el Papa ha llamado una guerra híbrida, que no sólo se hace con armas extranjeras, sino también con desinformación, con la distorsión de la verdad. La visita del Santo Padre a Ucrania sería una posibilidad muy elocuente y simbólica de poner fin a esta guerra. Es la opinión de muchos, no sólo de los católicos”.
También, en el mes de julio, el Vaticano continúo dando respuestas ante la crisis surgida por los escándalos de algunos sacerdotes. La Santa Sede renunció a la inmunidad jurisdiccional de la que gozaba el Nuncio Apostólico en Francia, Monseñor Luigi Ventura, tras las acusaciones de haber cometido presuntas agresiones sexuales.
A nivel interno, en julio, otras reformas surgieron dentro del Vaticano. El Papa nombró a los nuevos rostros de la Sala de Prensa de la Santa Sede. Matteo Bruni y Cristiane Murray sustituyen a Alessandro Gisotti, que asumió el cargo provisionalmente tras la renuncia del anterior portavoz Greg Burke y de su número dos, la española Paloma García Ovejero.
En julio se cumplieron 25 años de la restauración de uno de los lugares más fascinantes del Vaticano, la Capilla Sixtina. La restauración de los frescos comenzó en 1980. Curiosamente, hicieron falta más años para restaurarlos que para pintarlos, pues Michelangelo tardó sólo 9 años, y los restauradores, 13.
Daniel Díaz Vizzi
