Francisco mantuvo este sencillo encuentro con un grupo de familias que llegaron a Italia de forma segura gracias a la iniciativa de los corredores humanitarios de la Comunidad de Sant'Egidio.
El Papa quiso acompañarse de estos migrantes para inaugurar una simbólica cruz. Pero antes, pronunció un discurso muy contundente sobre levantar muros contra quienes buscan una vida mejor.
FRANCISCO
“No es bloqueando a los barcos como se resuelve el problema. Es necesario comprometerse seriamente para vaciar los campos de detención en Libia, valorando y aplicando todas las soluciones posibles. Hace falta denunciar y perseguir a los traficantes que explotan y maltratan a los migrantes, sin miedo de revelar connivencias y complicidades con las instituciones”.
El Papa denunció que es la injusticia la que lleva a los migrantes a arriesgar la vida en el mar. Allí, o mueren o, con suerte, son rescatados por las ONGs que operan en el Mediterráneo cuya labor agradeció Francisco.
FRANCISCO
“Los rescatistas me han contado cómo están aprendiendo humanidad gracias a las personas que consiguen salvar. Me han revelado cómo en cada misión redescubren la belleza de ser una única y gran familia humana, unida en la fraternidad universal”.
La cruz contiene un chaleco salvavidas hallado en el mes de julio precisamente por una de estas organizaciones humanitarias. Se desconoce la identidad de la persona que lo vestía o de dónde venía.
FRANCISCO
“He decidido exponer aquí este chaleco salvavidas “crucificado” en esta cruz para recordar que hemos de tener los ojos abiertos, tener el corazón abierto, para recordar a todos el compromiso obligatorio de salvar cada vida humana, un deber moral que une a creyentes y no creyentes”.
Después, Francisco propuso un momento de oración en silencio. Y tras unos instantes se despidió de sus invitados prodigando bendiciones y cariño a estas personas a las que se les ha dado una segunda oportunidad, lejos de sus hogares, pero por fin en una tierra segura.
Ángeles Conde