Durante su homilía en Casa Santa Marta, el Papa describió dos actitudes que caracterizan la tibieza en la vida cristiana. Las compara con los sacerdotes que cuestionaban la autoridad de Jesús.
FRANCISCO
“Muchos cristianos se lavan las manos ante los desafíos de la sociedad, de la historia, o de las personas de nuestro tiempo; incluso ante los desafíos más pequeños. Cuántas veces oímos un cristiano tacaño delante de una persona que pide limosna y no la da: 'No, no, no doy porque se emborracha'. Se lavan las manos. “No quiero que la gente se emborrache y no doy limosna”. Acorralar a Dios y lavarse las manos son dos actitudes peligrosas, porque es como desafiar a Dios”.
El Papa invitó a preguntarse qué actitudes hay en nuestros corazones y si ellas nos llevan por el camino directo hacia Dios.
RESUMEN DE LA HOMILÍA DEL PAPA:
(Fuente: Vatican News)
'No sólo Pilato se lavó las manos de Jesús, sino también estos hombres: ``No lo sabemos''. No entrar en relación con los demás, no involucrarse en sus problemas, no luchar por sus derechos, no luchar por curar a las muchas personas que lo necesitan, diciendo: 'Es mejor no hacerlo'. No nos ensuciemos las manos con esto'.
'Estas son dos actitudes de cristianos tibios, de nosotros -como decía mi abuela-'cristianos de agua de rosas': Cristianos sin sustancia. Uno pone a Dios en un rincón.
Muchos cristianos se lavan las manos ante los desafíos de la cultura, los desafíos de la historia, los desafíos de las personas de nuestro tiempo; incluso ante los desafíos más pequeños. Cuántas veces oímos al cristiano tacaño delante de una persona que pide limosna y no la da: 'No, no, no doy porque entonces estos se emborrachan'. Se lavan las manos. “No quiero que la gente se emborrache y no doy limosna”. 'Pero no tiene que comer...' - 'Son problemas suyos: no quiero que se emborrache'. Lo oímos muchas veces, muchas veces. Acorralar a Dios y lavarse las manos son dos actitudes peligrosas, porque es como desafiar a Dios. Pensemos qué pasaría si el Señor nos acorralara. Nunca entraríamos en el paraíso. ¿Y qué pasaría si el Señor se lavara las manos con nosotros? Pobre de nosotros.