Con este sonoro aplauso y en pie recibieron a Francisco en la Universidad Sofía de Tokio.
Se trata de un centro educativo fundado por los jesuitas en 1913 y es la primera universidad católica creada en el país.
En su discurso, el Papa destacó que la misión de la universidad no es solo ofrecer conocimientos, especialmente en una sociedad como la japonesa.
FRANCISCO
“En una sociedad tan competitiva y tecnológicamente orientada, esta universidad debería ser un centro no sólo de formación intelectual, sino también un lugar donde pueda ir tomando forma una sociedad mejor y un futuro más lleno de esperanza”.
Francisco recordó a estos jóvenes que han de poner sus capacidades al servicio de quienes más lo necesitan.
FRANCISCO
“El estudio universitario de calidad, más que considerarlo el privilegio de unos pocos, tiene que ir acompañado por la conciencia de saberse servidores de la justicia y del bien común; servicio a implementarse en el área que a cada uno le toque desarrollar. Una causa que nos compete a todos; el consejo de Pedro a Pablo sigue siendo cierto hoy: no olvidemos a los pobres”.
El Papa no quiso despedirse sin dar las gracias a todo el pueblo japonés por la cariñosa acogida que ha recibido en tierras niponas.
Y como símbolo de ese afecto por Francisco, los alumnos y docentes le entregaron un regalo muy significativo. Es una escultura de Kannon, la diosa budista de la misericordia. Por su parecido con la Virgen María, los cristianos de Nagasaki durante la persecución la usaban para rezar sin ser descubiertos.
Francisco, por su parte, entregó como recuerdo de su visita este grabado en plata de la Virgen. Tras saludar a algunos de los alumnos, se marchó del centro, de nuevo, entre aplausos.
Ángeles Conde.
