Entre un mar de banderas de Japón y del Vaticano hizo su entrada el Papa en el Tokio Dome, un estadio donde le esperaban con enorme entusiasmo cerca de 50.000 personas.
En el recorrido, Francisco decidió detener el papamóvil para saludar personalmente a las personas enfermas.
En su homilía, el Papa envió un claro mensaje a la sociedad japonesa, con una de las economías y sistemas productivos más desarrollados del planeta. Explicó que las personas no se definen por lo que son capaces de producir. Esa mentalidad asfixia la libertad.
FRANCISCO
“Cuando concentramos toda nuestra atención y mejores energías en la búsqueda sofocante y frenética de productividad y consumismo como único criterio para medir y convalidar nuestras opciones o definir quiénes somos y cuánto valemos. ¡Cuánto oprime y encadena al alma el afán de creer que todo puede ser producido, conquistado o controlado!”
Por eso, Francisco lamentó que este criterio único de la competitividad por encima de todo confunda cada vez más a las peresonas.
FRANCISCO
“El hogar, la escuela y la comunidad, destinados a ser lugares donde cada uno apoya y ayuda a los demás, están siendo cada vez más deteriorados por la competición excesiva en la búsqueda de la ganancia y la eficiencia”.
El Papa explicó que, frente a esto, está la propuesta de Dios de confiar y buscar un sentido más amplio de la vida
FRANCISCO
“Nos invita, más bien, a reconsiderar nuestras opciones cotidianas para no quedar atrapados o aislados en la búsqueda del éxito a cualquier costo, incluso de la propia vida”.
Para no perder la propia vida, Francisco explicó que el secreto es compartirla de forma gratuida y acoger la vida como se presenta, con toda su fragilidad y pequeñez.
FRANCISCO
“Se nos invita a ser una comunidad que pueda desarrollar esa pedagogía capaz de darle la bienvenida a todo lo que no es perfecto, puro o destilado, pero no por eso menos digno de amor ¿Acaso alguien por ser discapacitado o frágil no es digno de amor?, ¿alguien, por ser extranjero, por haberse equivocado, por estar enfermo o en una prisión, no es digno de amor?
Por último, aseguró que las comunidades cristianas han de ser hospitales de campaña preparados para curar las heridas con la misma compasión que Dios Padre tiene hacia sus hijos.
Ángeles Conde