Con gritos, canciones, mucha emoción, ondeando banderas tailandesas y vaticanas...
Así es como los jóvenes dieron la bienvenida al Papa a la catedral de la Asunción en Bangkok. Allí celebró una Misa para rezar con ellos y por ellos.
Algunos eran muy jóvenes, y otros eran jóvenes de espíritu.
La fachada estaba decorada con 2 grandes fotos de Francisco. A las afueras habían pantallas para que nadie se perdiera la ceremonia.
Las vestiduras de seda roja del Papa y los celebrantes fueron hechas a mano por religiosas tailandesas, preparadas especialmente para esta Misa.
Francisco les pidió que a pesar de los obstáculos, no caigan en la incredulidad, que hace que los corazones se enfríen y pierdan la alegría.
FRANCISCO
“El Señor sabe que por medio de ustedes, jóvenes, entra el futuro en estas tierras y en el mundo, y con ustedes cuenta para llevar adelante su misión hoy. Así como Dios tenía un plan para el pueblo elegido, también tiene un plan para cada uno de ustedes”.
Francisco les hizo 3 preguntas: '¿Quieres mantener tu fuego interior ardiendo?' Segundo, '¿Quieres estar preparado para responder a la llamado de Dios? Y tercero, '¿Quieres estar listo para hacer su voluntad?'
FRANCISCO
“Queridos amigos, para que el fuego del Espíritu no se apague, y puedan mantener viva la mirada y el corazón, es necesario estar bien arraigados en la fe de nuestros mayores: padres, abuelos y maestros. No para quedarse presos del pasado, sino para aprender a tener ese coraje capaz de ayudarnos a responder a las nuevas situaciones históricas”.
Francisco dijo que estar enraizados en la fe permite seguir a Cristo y mantener un corazón alegre. Pidió no tener miedo ni sentirse intimidados por el futuro.
Al concluir la Misa, el cardenal de Bangkok le dio las gracias y animó a los jóvenes a mostrar su fe.
Mientras salía de la iglesia, Francisco fue abrazado por una joven ciega a quien bendijo. Luego abrazó a este otro joven. Y además, antes de salir, bendijo uno a uno a los enfermos que estaban en la primera fila.
Para despedir al Papa, los jóvenes estallaron en gritos y extendían sus mano para intentar saludarle.
Antes de ir a la Nunciatura Apostólica, con una gran sonrisa en el rostro y lleno de energía, bendijo a los que participaron en la Misa desde el exterior de la Catedral.
Melissa Butz
Traducción: Daniel Díaz Vizzi