Desde noviembre a febrero los obispos de Estados Unidos se reunirán por grupos con el Papa y los responsables de la Curia del Vaticano.
Es la llamada “visita ad limina”, que todos los obispos del mundo deben realizar periódicamente a Roma. El objetivo es intercambiar impresiones con el Vaticano sobre el estado de la Iglesia local.
El primero de los 15 grupos de prelados norteamericanos ya se reunió con el Papa.
Vinieron de la mano del arzobispo de Boston, el cardenal Sean O'Malley, quien bromeó con Francisco al comienzo del encuentro.
Después lo saludaron los responsables de las diócesis de Massachusetts, Rhode Island, Connecticut, New Hampshire, Maine y Vermont.
El Papa ha seguido muy de cerca los últimos escándalos de abusos en el país. En septiembre de 2018 se reunió con una delegación de la conferencia episcopal. Les pidió que hicieran unos ejercicios espirituales todos los obispos del país juntos para discernir cómo afrontar la crisis de credibilidad de la Iglesia en Estados Unidos.
Esta cuestión se afrontará probablemente con el grupo de Pensilvania.
A lo largo de estas semanas estudiarán cómo mejorar la formación de seminaristas, la situación de quienes intentan cruzar la frontera con México, la atención pastoral a migrantes, o las relaciones de la Iglesia con el gobierno de Donald Trump.
Los católicos en Estados Unidos son casi el 21% de la población, más de 65 millones de personas. Es el cuarto país con más católicos del mundo.