Francisco presidió una Misa en memoria del servicio y la entrega de los 13 cardenales y 147 obispos que han fallecido durante el último año.
La ceremonia inició con la procesión hasta el Altar de la Cátedra de san Pedro, en un ambiente de máximo recogimiento. Aunque la Gendarmería Vaticana tuvo que correr para ayudar al cardenal Javier Lozano Barragán que sufrió un revés cayendo al piso.
Durante su homilía, Francisco invitó a hacer un constante examen de conciencia. Propuso preguntarse sobre la dirección y sentido de la propia vida, y si esta nos acerca a Dios y a los demás.
FRANCISCO
“La vida es siempre una salida: del útero de la madre para salir a la luz, desde la infancia para entrar en la adolescencia, desde la adolescencia hasta la vida adulta... Hasta dejar este mundo. Hoy en día, mientras rezamos por nuestros hermanos cardenales y obispos, que han salido de esta vida para salir al encuentro del Resucitado, no podemos olvidar la salida más importante y más difícil, que da sentido a todas las demás: la de nosotros mismos”.
El Papa dijo que no se trata de pequeñas obras de caridad, sino más bien “cuestiones de vida, cuestiones de resurrección”.
FRANCISCO
“Solo saliendo de nosotros mismos abrimos la puerta que conduce al Señor. Pedimos esta gracia: 'Señor, deseo venir a ti, a través de las calles y de los compañeros de viaje de todos los días. Ayúdame a salir de mí mismo, ir a conocerte, porque eres la vida”.
Antes de concluir, Francisco puso como ejemplo a san Ignacio de Loyola quien “antes de tomar una decisión importante” invitaba a “imaginarse ya en presencia de Dios al final de los días”.
Daniel Díaz Vizzi