Con la entrada de este grupo de indígenas y misioneros de la Amazonía, inició la Misa de Clausura del Sinodo Especial para la Región Panamazónica. Fueron seguidos por los 185 Padres sinodales junto al Papa Francisco que sostenía un báculo de madera con motivos étnicos.
En su homilía, Francisco alertó sobre el sentimiento de superioridad de algunos, que se convierte en opresión y explotación.
FRANCISCO
“Lo hemos visto en el Sínodo cuando hablábamos de la explotación de la naturaleza, de la gente, de los habitantes de la Amazonía, de la trata de personas, ¡del comercio de las personas! Los errores del pasado no han bastado para dejar de expoliar y causar heridas a nuestros hermanos y a nuestra hermana tierra: lo hemos visto en el rostro desfigurado de la Amazonia”.
Francisco dijo que “también en la Iglesia, las voces de los pobres no se escuchan, e incluso son objeto de burlas o son silenciadas por incómodas”. Sin embargo, “el grito de los pobres es el grito de esperanza de la Iglesia”.
FRANCISCO
“En este Sínodo hemos tenido la gracia de escuchar las voces de los pobres y de reflexionar sobre la precariedad de sus vidas, amenazadas por modelos de desarrollo depredadores. Y, sin embargo, aún en esta situación, muchos nos han testimoniado que es posible mirar la realidad de otro modo”.
El Papa alertó sobre “la religión del yo”. Dijo que amenaza la naturaleza del ser humano y hace olvidar que el verdadero culto a Dios pasa a través del amor al prójimo.
Entre los gestos significativos de esta Misa, las ofrendas fueron entregadas por un grupo de indígenas quienes dejaron una planta en una talla de madera sobre el altar central de la basílica de san Pedro, con la esperanza de ver germinar los frutos de este Sínodo.
Antes de finalizar, Francisco saludó a un grupo de enfermos, quienes asistieron a la Misa en primera fila.
Daniel Díaz Vizzi