El Papa Francisco celebró una solemne Misa en la basílica de San Pedro con motivo del Mes Misionero Extraordinario que se celebra en octubre.
Entre los participantes, había muchos venidos de tierras muy lejanas de Roma, que recibieron la fe gracias a misioneros.
En su homilía, Francisco hizo tres recomendaciones a todos los católicos.
Recordó que en las lecturas de la misa se había hablado de un “monte” y explicó que el discípulo de Cristo debe subirlo para estar más cerca de Dios y verlo todo en su conjunto.
FRANCISCO
Desde lo alto, los demás se ven en su conjunto y se descubre que la belleza sólo se da en el conjunto. El monte nos recuerda que los hermanos y las hermanas no se seleccionan, sino que se abrazan.
Por otro lado el Papa recordó que a la cima de un monte no se llega por ciencia infusa sino con esfuerzo. Y también, que es necesario aligerar elequipaje para subir mejor.
FRANCISCO
Este es el secreto de la misión: para 'partir' es necesario 'dejar', para 'anunciar' es necesario 'renunciar'. Es necesario dejar una vida horizontal, luchar contra la fuerza de gravedad del egoísmo, realizar un éxodo del propio 'yo'.
El Papa recordó que el discípulo debe ser humilde y estar en su lugar. No debe ni suplantar a su maestro ni predicar doctrinas equivocadas, ni convencer por la fuerza.
FRANCISCO
¿Qué instrucciones nos da el Señor para ir al encuentro de todos? Una sola muy sencilla: Haced discípulos. Pero prestad atención: discípulos suyos, no nuestros. La Iglesia anuncia bien solo si vive como discípula.
El Mes Misionero Extraordinario está conmemorando los 100 años de documento pontificio que se tiene como la “carta magna” de las misiones, la “Maximum illud”.
La escribió Benedicto XV. En ella recordó a los misioneros que su tarea no era colonialismo, ni promoción de intereses políticos occidentales.
Durante la misa hubo una presencia importante de misioneros y de personas que viven en lugares de misión.
Junto al Papa, celebró Fernando Filoni, el prefecto de la congregación para la Evangelización de los Pueblos, que se ocupa de coordinar los países de misión.
La liturgia también tuvo una impronta particular, gracias a aportaciones como la de coros como este venidos de lugares de misión.