Alto Solimões es la diócesis de Adolfo Zon y es tan grande como Grecia. El obispo cuenta con solo 15 sacerdotes. 131.000 kilómetros cuadrados de extensión en la Amazonía brasileña y 216.000 habitantes a los que es imposible llegar con estos números.
MONS. ADOLFO ZON
Obispo de Alto Solimoes, Brasil
“Yo espero que este sínodo sea una llamada a encontrar misioneros que sean capaces de entregar su vida para ponerse al servicio y caminar con esta gente”.
Un territorio tan vasto cuenta con multiplicidad de problemas. Desde tráfico de seres humanos pasando por narcotráfico, explotación de la naturaleza o destrucción del medio ambiente hasta una alarmante falta de oportunidades y desamparo de las autoridades.
MONS. ADOLFO ZON
Obispo de Alto Solimoes, Brasil
“Qué condiciones crear para que el indio se quede en su tierra, porque tenemos un gran fenómeno migratorio de las aldeas a las ciudades, que para mí es uno de los grandes desafíos: qué hacer con esta gente que está viniendo a la ciudad, cómo acogerla, qué condiciones crear para que puedan vivir dignamente”.
Por eso el obispo solicitó ayuda. Marta fue su respuesta. Es misionera laica javeriana y trabaja desde hace dos años en esta ciudad, Atalaia, y en las comunidades próximas. Este municipio de la Amazonía brasileña acoge a muchos jóvenes que proceden de las comunidades indígenas donde no pueden cursar sus estudios de secundaria. Llegan con ilusión, pero pronto se dan cuenta de que la ciudad es un ambiente hostil.
MARTA BARRAL
Misionera laica javeriana
“Ellos siguen soñando con estudiar y volver a las aldeas. La realidad demuestra que no muchos acaban volviendo y que hay algunos que dejan de estudiar porque no tienen condiciones, por hambre, por dificultades… Hay otros que no se adaptan a la vida en la ciudad y las familias se los llevan a la aldea porque no están aprovechando el tiempo. Cuando llegan viven en mucha soledad, en sufrimiento, con tristeza porque es una vida a la que no están acostumbrados”.
Desde la parroquia les intentan ayudar en todo lo que pueden, por ejemplo, con clases de portugués porque en las comunidades estudian en sus lenguas nativas y manejan mal este idioma. Es una forma de aproximarse a los indígenas que siguen siendo víctimas de innumerables prejuicios.
MARTA BARRAL
Misionera laica javeriana
“Es estar cerca de ellos pero no es esperar que ellos vengan a ti sino tú salir a ellos y respetar sus rituales, respetar su espiritualidad, respetar sus creencias e intentar trabajar juntos, no que ellos se conviertan a nosotros, sino que nosotros podamos interactuar con ellos y compartir con ellos y aprender con ellos”.
Sin embargo, en un territorio así de grande no es fácil llegar a comunidades a las que se tarda en llegar 15 días en canoa a motor. La Iglesia no tiene recursos ni humanos ni materiales, porque para ir por el río se necesita mucha gasolina y, por tanto, mucho dinero.
MARTA BARRAL
Misionera laica javeriana
“Aquí hay 2 padres que están viniendo. Son una bendición, pero uno tiene 78 y el otro 64 años. Las fuerzas son limitadas. Esta diócesis tiene 1 seminarista en el seminario. Es decir, que a corto plazo no va a haber sacerdotes que puedan responder. Entonces ahí si que estamos fuera y no estamos permitiendo a las comunidades celebrar si nosotros decimos que es lo primordial, ¿no, los sacramentos, celebrar la vida, ellos no lo están pudiendo hacer. Creo que hay que dar respuesta”.
Ese es el desafío que tiene por delante el sínodo de la Amazonía: poder ofrecer una solución a situaciones reales de necesidad, tanto a nivel humano como espiritual, cuando la mies es mucha pero los obreros son pocos.