A primera hora de la mañana, el jefe de la política exterior de los Estados Unidos se reunió con el Papa.
“Es un placer estar aquí, un gran honor”.
Después, ambos departieron a puerta cerrada y, a continuación, llegó el intercambio de regalos.
Fuentes de EE.UU. aseguran que “reafirmaron el compromiso de promover la libertad religiosa en todo el mundo y, en particular, de proteger a las comunidades cristianas del Oriente Medio”.
Dicen que hablaron de la promoción de “la democracia y los derechos humanos en todo el mundo”.
Como recuerdo de la visita, Mike Pompeo entregó a Francisco un obsequio que evoca el papel de los emigrantes en el país.
“Es el escudo de Estados Unidos, una gran historia. Desde nuestros primeros tiempos, cuando empezó a formarse el país, somos una nación de inmigrantes. Esta caja representa la grandeza y singularidad de nuestro país”.
El Papa le regaló un mosaico de una fuente del Vaticano, los principales documentos de su pontificado y su mensaje por la paz.
“Lo he firmado hoy para usted”.
Mike Pompeo vino acompañado por su familia y presentó su esposa al Papa.
Al final del encuentro, Francisco los acompañó hasta la puerta e hizo a Pompeo una última petición.
“Rece por mí”.