El sacerdote Mussie Zerai ha sido candidato al premio Nobel de la Paz en 2015. Lleva más de diez años de incansable labor a favor de los más vulnerables de África: las personas que huyen del hambre, de las guerras o de las tiranías como la que padece su propio país, Eritrea.
P. MUSSIE ZERAI
Sacerdote eritreo
“Desde 1998, cuando estalló la guerra con Etiopía, se estableció la ley marcial que aún hoy obliga a los jóvenes, hombres y mujeres, a hacer el servicio militar indefinidamente. Por tanto, hay más de 300 000 jóvenes obligados a servir en el ejército. Saben cuando empiezan pero no cuando lo acabarán. Mi hermano ha hecho el servicio militar obligatorio durante 24 años. Comenzó en 1994 y terminó ahora porque ha escapado. Pidió terminarlo pero no lo dejaron, con casi 50 años. Se llevaron los mejores años de su vida. Esto es lo que hace que muchos jóvenes se vayan del país porque no ven ningún futuro”.
La represión del régimen militar que desde hace 28 años somete a Eritrea ha cercenado las libertades individuales, incluyendo la libertad religiosa. El último golpe del gobierno, declarado comunista y ateo, ha tocado especialmente a la comunidad cristiana.
P. MUSSIE ZERAI
Sacerdote eritreo
“Entre junio y julio se han acelerado los arrestros arbitrarios de grupos de cristianos, sobre todo, pentecostales, pero no solo. Esta persecución contra los cristianos lleva tiempo en Eritrea, no ha comenzado ahora”.
“En los últimos dos meses el gobierno ha confiscado 29 centros de salud a la Iglesia católica. También ha cerrado 7 escuelas gestionadas por la Iglesia, que era lo que temíamos. La Iglesia cuenta con unas 50 escuelas y 100 jardines de infancia. Si esta es la tendencia, corren peligro todas las escuelas. Significa limitar notablemente la libertad religiosa de la Iglesia”.
Sin libertad de movimientos, libertad de prensa o libertad de conciencia o religiosa, para muchos eritreos el futuro pasa por dejar su país. Lo han de hacer de modo ilegal puesto que Eritrea no concede el pasaporte ni a los hombres menores de 50 años ni a las mujeres menores de 40.
Muchos mueren en el desierto, otros en el Mediterráneo. Algunos consiguen llegar a Europa después de haber pasado por centros de detención en Libia donde, para los cristianos, la tortura es incluso mucho peor. El padre Zerai lo sabe porque en alguno de estos centros su teléfono está escrito en la pared para casos de emergencia. Por eso le llaman “el ángel de los refugiados”.
P. MUSSIE ZERAI
Sacerdote eritreo
“Hay muchos cristianos para los que es además un doble sufrumiento porque son discriminados dentro de estos lugares. Para los musulmanes el tratamiento es uno y para los cristianos otro. La solidaridad entre los propios refugiados alivia esta situación. Se ayudan siendo cercanos y compartiendo la comida, el agua o el jabón. En la total desesperación están estos pequeños gestos de solidaridad entre ellos”.
La denuncia constante del padre Zerai de lo que sucede en su país y de las terribles consecuencias que provoca la dureza del régimen militar, le han valido la prohibición de volver a Eritrea. Si lo hiciera, sería inmeditamente encarcelado.