El Papa se reunió con cientos de sacerdotes, seminaristas y religiosas de Madagascar. Fue el último gran encuentro de su viaje a esta isla.
Les quería dar las gracias pues muchos de ellos trabajan en condiciones difíciles, sin agua, electricidad o carreteras.
Le saludó en nombre de todos esta monja, que preside la Conferencia de religiosas.
El Papa comenzó con una broma...
Creía que me estaban trayendo esta mesa para comer... Pero no, es para hablar.
Francisco les recordó que Jesús dice a sus discípulos que cuando ellos actuaban, Él veía cómo vencían al poder de Satanás.
FRANCISCO
Vosotros vencéis el mal, cuando enseñáis a alabar al Padre de los Cielos y cuando enseñáis con sencillez el Evangelio y el catecismo. Cuando visitáis y asistís a un enfermo o brindáis el consuelo de la reconciliación. En su nombre, vosotros vencéis al dar de comer a un niño, al salvar una madre de la desesperación de estar sola para todo, al procurarle un trabajo a un padre de familia.
Antes de despedirse, el Papa lanzó una broma al sacerdote que había traducido sus discursos.
Haré que pase un poco de vergüenza, porque tendrá que traducir esto. Pero querría dar las gracias al traductor, el padre Marcel, por el trabajo que ha hecho.
...No traduzco más, porque...
Le da un poco de vergüenza.
Despidieron al Papa con una versión musical de la oración del Magnificat, con ritmos de Madagascar.
El encuentro fue en el Collège de Saint Michel, una prestigiosa institución educativa dirigida por los jesuitas. También por eso, el Papa se sintió como en casa.