A pesar de la lluvia, decenas de miles de personas participaron en la Misa con la que el Papa Francisco concluyó su viaje a Mozambique.
Quizá lo más característico fue la fuerza expresiva de este país, que reza con música y bailes.
Francisco utilizó una casulla con motivos étnicos, que recordaban a la piel de un leopardo, y una cruz hecha con las maderas de casas destruidas por un ciclón en el país.
Fue una misa celebrada “Por el progreso de los pueblos”. Por eso, el Papa en su homilía pidió a los católicos que se atrevan a perdonar ofensas concretas, e incluso, como hizo Jesús, a amar a los enemigos.
Un mensaje duro especialmente en este país que aún se recupera de 17 años de guerra civil que dejaron 1 millón de muertos y 4 millones de desplazados.
FRANCISCO
“Ninguna familia, ningún grupo de vecinos o una etnia, menos un país, tiene futuro si el motor que los une, convoca y tapa las diferencias es la venganza y el odio. No podemos ponernos de acuerdo y unirnos para vengarnos, para hacerle al que fue violento lo mismo que él nos hizo, para planificar ocasiones de desquite bajo formatos aparentemente legales”.
El Papa propuso la valentía de no maltratar ni insultar a los que nos han hecho daño, sino reconocer y valorar a las personas para sentir como propios su vida y su dolor.
FRANCISCO
“Supone el compromiso cotidiano de cada uno de nosotros de tener una mirada atenta y activa que nos lleve a tratar a los demás con esa misericordia y bondad con la que queremos ser tratados”.
En definitiva, pidió a los católicos de todo el mundo que sean siempre sembradores de paz y de reconciliación.
Antes de concluir la ceremonia, el arzobispo de Maputo le dio las gracias en nombre de todos por su visita.
Como recuerdo de estos días, el Papa le regaló este cáliz, para que recuerden el viaje cada vez que celebran misa.
Javier Martínez-Brocal