Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles. Explicó cómo vivían la experiencia de compartir las celebraciones, la vida y los bienes en las primeras comunidades cristianas. Aquellos cristianos ponían en común gracias a la unión fraterna que experimentaban, de forma que entre ellos no había ninguna persona necesitada.
Sin embargo, sí había quienes eran más generosos y quienes eran más egoístas. Por eso, Francisco aseguró que “cuando la sinceridad en el compartir no se respeta se cae en la hipocresía, alejándose de la verdad, que provoca la muerte interior. Los que se comportan así transitan en la Iglesia como en un albergue, y no la tienen como su casa, ni como su familia”.
RESUMEN DE LA CATEQUESIS DEL PAPA EN ESPAÑOL
Queridos hermanos:
La comunidad cristiana nace de la efusión del Espíritu Santo y crece cuando comparte con los demás lo que posee. El término griego Koinonia, que significa “poner en común”, “compartir”, tiene una dimensión importante desde los orígenes de la Iglesia. De la participación en el Cuerpo y Sangre de Cristo, derivaba la unión fraterna que llevaba a compartir todo lo que tenían. Según los Hechos de los Apóstoles, entre los creyentes no había necesitados, porque ponían todo en común. Encontramos el ejemplo de Bernabé, que vendió un campo y dio lo recaudado a los Apóstoles para distribuirlo a los necesitados. Y, junto a este buen ejemplo, se encuentra uno negativo: Ananías y su mujer Safira vendieron un terreno y entregaron sólo una parte a los Apóstoles, quedándose con la otra. Este engaño los llevó a la muerte, porque habían mentido no sólo a los hombres sino a Dios. Estos ejemplos nos enseñan que cuando la sinceridad en el compartir no se respeta se cae en la hipocresía, alejándose de la verdad, que provoca la muerte interior. Los que se comportan así transitan en la Iglesia como en un albergue, y no la tienen como su casa, ni como su familia. Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica; en modo particular saludo a la Delegación diocesana de Juventud, de la Diócesis de Córdoba, acompañados por su obispo, Mons. Demetrio Fernández González. Pido al Señor que nos conceda su Espíritu para vencer toda hipocresía y colocar al centro de nuestra vida la verdad, que alimenta la solidaridad cristiana, y está llamada a ofrecer a todos el amor de Dios con obras concretas. Que Dios los bendiga.