Así comenzó la reunión del Papa con el arzobispo mayor y las principales autoridades de la Iglesia greco-católica ucraniana.
Francisco ha interrumpido sus vacaciones para participar en dos días de encuentros organizados por la “delicada y compleja situación en que se encuentra Ucrania”.
En su discurso, el Papa ha lamentado el “conflicto híbrido” que hay en Ucrania, pues se camuflan los responsables de las acciones de guerra. Dice que reza para que los políticos busquen el bien de todos, y no sólo el bien de uno de los bandos, y que construyan la paz.
Se refiere a la situación que estalló en 2014 tras la anexión rusa de Crimea, y el apoyo de Moscú a los separatistas prorrusos en la región ucrania del Donbás.
El Papa ha pedido a esta Iglesia que esté cerca de las personas que sufren allí. En enero, una delegación del Vaticano llevó a la zona las ayudas de la colecta europea que convocó el Papa.
Con esta reunión, el Papa quiere dos cosas:
1) Mostrar su cercanía a la Iglesia Greco-Católica ucraniana.
2) Analizar la vida y necesidades de Ucrania, para ver cómo la Iglesia Greco-Católica puede cumplir su misión.
Se trata de predicar el Evangelio, sostener a los que sufren y promover la paz, de acuerdo con la Iglesia católica de rito latino y con las Iglesias ortodoxas que hay en el país.
La situación de los cristianos en Ucrania es muy complicada. En enero, el Patriarcado de Constantinopla reconoció a la Iglesia ortodoxa ucraniana, como Iglesia independiente del Patriarcado de Moscú.
Esto ha provocado que el Patriarca de Moscú rompa relaciones con el de Constantinopla.
La Iglesia Greco Católica no ha entrado en esta cuestión, para no tensar aún más las delicadas relaciones con los ortodoxos rusos.