Así quedó la preciosa escultura de Cristo crucificado después de un año de intenso trabajo de restauración.
Los Museos Vaticanos explicaron cómo un equipo de la Fábrica de San Pedro consiguió recuperar la belleza de esta pieza, esculpida en madera y deteriorada por el paso de los siglos.
Mide más de dos metros de alto y pesa 70 kilos. Se desconoce quién lo hizo, aunque algunos documentos apuntan a que podría haber sido realizado por Pietro Cavallini en el primer decenio del siglo XIV.
Han tenido que utilizar la tecnología más moderna para eliminar las capas de pintura que se habían aplicado sobre el original para tapar el desgaste de los años.
BARBARA JATTA
Directora de los Museos Vaticanos
“La restauración fue muy compleja porque es un crucifijo muy antiguo y tenía varias capas de pintura encima. Los restauradores de la 'Fábrica de San Pedro' usaron técnicas láser. Llamaron a expertos muy cualificados para no dañar lo más mínimo la pieza original”.
Lo restauraron con vistas al Jubileo de la Misericordia que el Papa inauguró en noviembre de 2015. De hecho, este crucifijo protagonizó su encuentro con personas de la cárcel.
CARD. ANGELO COMASTRI
Arcipreste de la Basílica de San Pedro
“El crucifijo es la prueba de la bondad infinita de Dios con nosotros. Ante de este crucifijo podemos decir como San Pablo: Cristo me ha amado y ha sufrido por mí.”.
“Decidimos colocarlo en la Capilla del Santísimo de la basílica de San Pedro. Es un lugar recogido, y allí estará al lado de la Eucaristía, donde se halla la presencia viva de Jesús. Una presencia que nos interpela y que espera de nosotros una respuesta”.
El crucifijo ha estado a lo largo de su historia en varios lugares de la basílica de San Pedro. Ante él rezaron Dante, San Francisco y Santa Catalina de Siena. Ahora, miles de peregrinos siguen sus huellas y lo encuentran en ese mismo lugar.