En tan solo 3 días el Papa Francisco ha sido capaz de dejar una huella imborrable en Rumanía. El Papa visitó este país de mayoría ortodoxa tras las huellas de uno de sus predecesores, Juan Pablo II, que viajó a este país en 1999.
Francisco mantuvo encuentros con las autoridades civiles y también con representantes de la Iglesia ortodoxa rumana, incluido el patriarca Daniel. También se reunió con la pequeña comunidad católica del país que representa alrededor del 7 por ciento entre 20 millones de habitantes.
El Papa también presidió la beatificación de 7 obispos greco-católicos que fueron asesinados durante la persecución comunista.
Francisco reservó su último evento para la comunidad gitana de Rumanía. En un encuentro breve pero intenso pidió perdón a los gitanos en nombre de la Iglesia por la discriminación que históricamente han sufrido.