Cuando hace 20 años Juan Pablo II viajó a Rumanía, sólo pudo visitar Bucarest. No pudo ir a la zona de Transilvania, donde viven la mayoría de los católicos latinos del país. Pero prometió que el Papa regresaría y les visitaría.
Francisco ha cumplido esta promesa. Y ha celebrado esta Misa en el santuario más importante de la zona, Șumuleu-Ciuc, que los húngaros llaman Csíksomlyó.
A pesar del frío, la lluvia y el barro, entre 80 y 100 mil personas asistieron a la ceremonia en la impresionante explanada.
El Papa pasó cerca de ellos con un papamóvil rumano preparado para la ocasión.
A Francisco le habían preparado una sacristía portátil muy cerca del altar.
Cuando lo vieron salir, y que no le importaba caminar en el fango, los peregrinos estallaron en un aplauso.
Antes de besar el altar, el Papa miró a la multitud y pareció emocionarse.
…igual que muchos peregrinos, que asistían conmovidos.
Al Papa le gusta que tanto rumanos como húngaros se consideren en casa en este santuario, y en su homilía dijo que esto lo convierte en símbolo de unidad y fraternidad.
FRANCISCO
“No dejemos que nos roben la fraternidad las voces y las heridas que alimentan la división y la fragmentación”.
“...Pidamos al Señor la gracia de transformar los rencores y desconfianzas viejas y actuales, en oportunidades de comunión”.
El Papa tuvo su homilía en italiano, y aunque la mayoría no la entendió, respondieron con este aplauso.
Luego un sacerdote la tradujo al rumano...
…y otro sacerdote la tradujo al húngaro.
El Papa recibió las ofrendas de representantes de las dos tradiciones. Una familia llevó el pan, y unos jóvenes le entregaron el vino para la Misa.
El momento culminante de la ceremonia fue la consagración, que escucharon en un emocionado silencio.
Y más adelante, la comunión, que algunos diáconos recibieron de manos del Papa.
Cuando acabó la ceremonia, el Papa quiso dejar dos regalos para el santuario.
El primero, una rosa de oro para la antigua imagen de la Virgen María que allí se venera.
01:48:40 Luego, un cáliz, para que recuerden la visita del Papa cada vez que celebren la Misa.
Una ceremonia que llevaban siglos esperando y que no olvidarán jamás.
Asistió también, en privado, el presidente húngaro László Kövér y la primera ministra rumana Viorica Dăncilă.
Y también estaba el arzobispo de Budapest, el cardenal Peter Erdo, a quien el Papa quiso saludar al concluir la Misa.
Antes de abandonar el santuario, el Papa pasó con el coche de cerca de los peregrinos. Y luego se adentró en las carreteras de montaña de Transilvania, para continuar su visita al país.