Carlo Acutis, Angelica Tiraboschi, Chiara Corbella y Chiara Luce... Eran jóvenes pero afrontaron la enfermedad con valentía.
La historia de Marta Obregón fue más dramática: intentaron violarla y al no conseguirlo la mataron a cuchilladas: 14.
Enrique Shaw, en cambio, era empresario y venció el reto de conjugar vida laboral, personal y cristiana con ejemplaridad.
El proceso de beatificación de todos ellos está en marcha. Tienen en común que fueron laicos y que no fueron mártires, sino figuras sencillas, sin peso político o público pero cuya corta vida dejó huella en sus amigos y familiares.
MARCELLO TIRABOSCHI
Padre de Angelica Tiraboschi
“Para mí Angelica era una hija, claro. Pero también podía ser mi madre, mi hermana, una amiga, mi abuela, mi tía, mi prima... Porque tenía una espiritualidad fortísima. ¿Qué me ha enseñado Angelica? A crecer, porque antes de vivir hay que saber crecer. A formarse, a vivir, a creer y a morir con valentía”.
A Roma siguen llegando historias de laicos cuya vida ejemplar podría llevarlos a la fachada de la basílica de San Pedro.
Por eso, en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma han dedicado una jornada a reflexionar sobre el significado que tiene para toda la Iglesia la aportación de los laicos.
PILAR RÍO
Teóloga, Pontificia Universidad de la Santa Cruz
“Son muchos los caminos hacia la santidad y se adaptan a la vocación de cada cristiano, también a la de los laicos”
ROMANO GAMBALUNGA OCD
Postulador de la causa de Chiara Corbella
“Dios se conoce a través de los santos, es decir: no son solo un ejemplo que nos hace decir 'qué bonito'. Una vida no se puede reproducir: yo tengo la mía, tú la tuya, (por suerte, dirían algunos). Chiara tuvo la suya y lo ideal no es vivir su vida sino aprender de ella. Muchos religiosos, religiosas y sacerdotes aprenden leyendo su historia, su vida”.
Redescubrir el valor de los laicos en la Iglesia fue uno de los deberes impuestos ya desde el Concilio Vaticano II.
Son muchos los laicos canonizados pero en gran parte a causa de su martirio, como los 800 mártires de Otranto, canonizados por el mismo Francisco.
Sin embargo, desde hace décadas el Vaticano estudia muchas historias de laicos y laicas con vidas sencillas pero profundas, sin brillo externo pero resplandecientes por dentro.