La historiadora del arte Elizabeth Lev ha escrito un libro que recoge sus trabajos de los últimos 18 años. Se llama “Cómo el arte católico salvó la fe: El triunfo de la belleza y de la verdad en la Contrarreforma”.
En él explica que la Iglesia católica encontró una solución muy especial para contrarrestar la Reforma, que se difundía con rapidez gracias a la invención de la imprenta.
ELIZABETH LEV
Autor, “Cómo el arte católico salvó la fe”
“La Reforma generó mucha confusión entre los creyentes. Era difícil enterarse bien de lo que pasaba. Para responder a este fenómeno la Iglesia católica volvió su mirada al arte y así se produjeron estas obras que hoy todavía contemplamos”.
La Iglesia católica encontró una nueva forma de evangelizar. Decidió catequizar no con la escritura sino con una atractiva manera de llamar la atención.
ELIZABETH LEV
Autor, “Cómo el arte católico salvó la fe”
“Siempre fuimos muy buenos en esto, en la producción de obras de arte, pinturas y esculturas. Pensaron que a la gente le iba a llamar la atención, que iban a decir '¿qué es eso?'. De ahí salieron estos artistas, como los Caravaggio que ahora están saliendo a la luz, o las obras de Guido Reni. Hicieron que quienes pasaban delante preguntaran '¿de quién es eso? ¿De dónde ha salido?'. Realmente fue una gran respuesta y muy efectiva”.
Liz Lev explica que el arte permitió también acercar a la fe a personas de otras religiones que se sentían atraídas por la belleza del arte católico.
ELIZABETH LEV
Autor, “Cómo el arte católico salvó la fe”
“Todos podemos hablar de la fe gracias a esa pintura de Caravaggio, o a una de Miguel Ángel. Comenzamos a hablar de fe a través de un terreno neutral. . Este es el diálogo que se establece. Es un modo elegante de persuadir. Esto es parte muy importante de la fe, es un modo importante de evangelizar; no a golpes sino a través del '¿No quieres formar parte de esto? Porque mira que aquí tenemos grandes cosas'.”.
Liz Lev explica que el poder de atracción del arte no es cosa solo del siglo XVI. Recuerda que basta con echar una mirada a las filas de peregrinos que esperan para entrar en lugares como los Museos Vaticanos.