En su homilía en Casa Santa Marta, el Papa habló sobre la paz, como un don del Espíritu Santo que Jesús promete a sus apóstoles.
FRANCISCO
“La paz nos enseña a soportar. Soportar es una palabra muy cristiana, y no conocemos bien su significado. Soportar es llevar sobre los hombros. Soportar: Portar sobre los hombros la la vida, las dificultades, el trabajo... Todo, sin perder la paz”. “Esto solamente se entiende cuando tenemos al Espíritu Santo dentro, que nos da la paz de Jesús”.
Al final, dijo que quienes viven con esta paz nunca pueden perder el sentido del humor, y por eso son capaces de sonreír siempre.
RESUMEN DE LA HOMILÍA EN ESPAÑOL
(Fuente: Vatican News)
Francisco se inspiró en esta pregunta para su homilía de esta mañana en Casa de Santa Marta: ¿Cómo pueden reconciliarse las “tribulaciones” y las persecuciones que sufre San Pablo, con la paz que Jesús deja la Última Cena: “Les dejo la paz, les doy mi paz”?
“La vida de persecuciones y tribulaciones parece ser una vida sin paz” y, en cambio, es la última de las Bienaventuranzas: “Bienaventurados cuando los insulten, los persigan y, mintiendo, digan todo tipo de mal contra vosotros por mi causa”.
La paz de Jesús va unida a esta vida de persecución y de tribulación. Una paz que está muy por debajo, muy profunda en todas estas cosas. Una paz que nadie puede quitar, una paz que es un don, como el mar que está tranquilo en las profundidades y en la superficie hay olas. Vivir en paz con Jesús es tener esta experiencia interior, que permanece durante todas las pruebas, todas las dificultades, todas las “tribulaciones”.
Sólo así se puede entender cómo tantos Santos que “no han perdido la paz” han vivido su última hora, hasta el punto de que sus testigos dicen que “iban al martirio como invitados de boda”.
Este es el don de la “paz de Jesús”, esa que no podemos obtener por medios humanos “yendo, por ejemplo, al médico o tomando ansiolíticos”. Es algo diferente que viene “del Espíritu Santo dentro de nosotros” y que trae consigo la “fortaleza”. Como la de un hombre acostumbrado a trabajar tanto y que, de repente, debido a la aparición de su enfermedad, tuvo que abandonar todos sus planes, logrando, sin embargo, permanecer siempre en paz. “Este es un cristiano”.
La paz de Jesús nos enseña a avanzar en la vida. Nos enseña a soportar. Soportar: una palabra que no entendemos bien lo que significa, una palabra muy cristiana, es llevar sobre nuestros hombros. Soportar: llevar sobre los hombros la vida, las dificultades, el trabajo, todo, sin perder la paz. Es más, llevar sobre los hombros y tener el valor de seguir adelante. Esto sólo se lo entiende cuando el Espíritu Santo está dentro de nosotros y nos da la paz de Jesús.
Si en cambio al vivir nos dejamos atrapar por un “nerviosismo ferviente” y perdemos la paz, “hay algo que no funciona”.
Por lo tanto, teniendo en el corazón el “don prometido por Jesús”, y no el que viene del mundo o del dinero que tenemos en el banco podemos afrontar las dificultades, incluso las “más feas”, seguimos adelante y lo hacemos con una capacidad extra, esa de hacer “sonreír” al corazón.
La persona que vive esta paz jamás pierde el sentido del humor. Sabe reírse de sí misma, de los demás, es más también de su propia sombra, se ríe de todo... Este sentido del humor que está tan cerca de la gracia de Dios. La paz de Jesús en la vida diaria, la paz de Jesús en las tribulaciones y con ese pequeño sentido del humor que nos hace respirar bien.
Que el Señor nos dé esta paz que viene del Espíritu Santo, esta paz que le es propia y que nos ayuda a soportar, a continuar, las tantas dificultades en la vida.