A pesar de que el buen tiempo no termina de asentarse en Roma, el Papa dio un largo recorrido por entre los peregrinos que llenaron la plaza de San Pedro. Esta vez hizo subir al papamóvil a un grupo de niños especiales: 8 niños refugiados que vienen de Libia. Llegaron a Italia gracias a los corredores humanitarios y sus nacionalidades son diversas: Siria, Nigeria, Congo...
Durante la catequesis Francisco reflexionó sobre la última petición que se hace en el Padrenuestro: “Líbranos del mal”. Dijo que con esta frase el cristiano demuestra dos cosas: que no vive ajeno a los males del mundo y que los padece como cualquier otro ciudadano. Por eso pide a Dios que ni el dolor ni el abandono le hagan perder la esperanza.
FRANCISCO
“De hecho, la oración cristiana no cierra los ojos a la vida. Es una oración filial, no una oración infantil. No está tan deslumbrada por la paternidad de Dios hasta el punto de olvidar que el camino del hombre está lleno de dificultades”.
Francisco dijo que esta última petición del Padrenuestro, es la petición de los oprimidos, los olvidados, los perseguidos y los desesperados. Para todos ellos, Dios tiene preparado un don especial: la paz.
FRANCISCO
“Pensad que el primer saludo de Jesús resucitado es 'Paz a vosotros'. Paz a vuestras almas, a vuestros corazones, a vuestras vidas. El Señor nos da la paz, el perdón, pero nosotros debemos pedir que nos libere del mal para no caer en él”.
Al terminar la audiencia el Papa saludó a los peregrinos venidos de todo el mundo a escucharle. Al hablar a los polacos recordó que el lunes se cumplió un nuevo aniversario del atentado a Juan Pablo II en el día de la Virgen de Fátima.
Pidió secundar las peticiones que la Virgen dirigió a los tres pequeños pastores en Portugal a principios del siglo XX: hacer penitencia, rezar por la conversión de los pecadores y rezar por la paz en el mundo.