Francisco mantuvo un encuentro con jóvenes de varias religiones. Al llegar, dos jóvenes le ofrecieron pan y sal, una manera tradicional de dar la bienvenida a un huésped importante.
El Papa escuchó el testimonio de una pareja, de una joven musulmana y de una joven católica de rito bizantino.
Después le homenajearon con este baile tradicional.
El Papa respondió de manera esperanzadora a la pregunta de Liridona, la joven musulmana que quería saber si soñar con un mundo en comunión religiosa era soñar demasiado.
FRANCISCO
“Quiero deciros: nunca se sueña demasiado. Aunque te equivoques, podrás siempre ponerte en pie de nuevo y recomenzar, porque nadie tiene el derecho de robarte la esperanza”.
Francisco evocó la labor de Madre Teresa. Por eso, explicó lo importante que es dedicar tiempo a las personas y hacerlo cara a cara, no a través de las pantallas.
FRANCISCO
“¿Sabéis cuál es la mayor lección que he aprendido en mi vida? El “cara a cara”. Hemos entrado en la era de las conexiones, pero sabemos poco de comunicaciones. Muy conectados pero poco implicados con los demás”.
El Papa además explicó que un joven que no dedica tiempo a sus familiares ancianos es como un árbol sin raíces.
FRANCISCO
“Tomaos tiempo con vuestros abuelos, vuestros ancianos, escuchad sus historias, que a veces parecen fantasiosos pero, en realidad, están llenas de una experiencia preciosa, de símbolos elocuentes”. “Creo que es un antídoto contra todos aquellos que quieren encerraros en el presente ahogando y sofocándoos con presiones y exigencias de una presunta felicidad”.
Antes de marcharse a su último evento en el país, Francisco rezó junto a los presentes una oración de Madre Teresa.