En una mañana gris de primavera Francisco dio varias vueltas con el papamóvil para intercambiar gestos de afecto con los peregrinos. Algunos pequeños hasta le llevaron regalos.
Francisco reflexionó sobre la segunda parte del Padrenuestro, el de las peticiones. La primera de ellas es una muy básica: que no falte el pan. Dijo que esta petición debe llevar a cada cristiano a pensar en los que más sufren.
FRANCISCO
“Y ahora nos hará bien detenernos un poco y pensar en los niños que pasan hambre. Pensemos en los niños que están en países en guerra, los niños hambrientos de Yemen, los niños hambrientos de Siria, los niños hambrientos de tantos países donde no hay pan. En Sudán del Sur... Pensemos en estos niños y digamos juntos en voz alta la oración: Padre, danos hoy nuestro pan cotidiano. Todos juntos”.
El Papa explicó que la petición de pan debe recordar que todas las personas son iguales y que todos tienen derecho a los bienes más básicos. Por eso, con tono amargo, lamentó que haya quienes no compartan.
FRANCISCO
“El amor no puede soportar esto y tampoco el amor de Dios puede soportar este egoísmo. Metámonos esto en la cabeza: la comida no es propiedad privada. Prestad atención a esto: no es mi pan. Es 'nuestro' pan”.
Al terminar la audiencia el Papa homenajeó públicamente a una religiosa de 85 años que conoció cuando visitó República Centroafricana en noviembre de 2015. Ella lleva casi 60 años de misionera y el Papa explicó que ella ha ayudado a nacer a cerca de 3.000 niños.