Hace mucho que la guerra Siria no ocupa ni las portadas ni los titulares pese a que la violencia en el país no cesa. Los más recientes coletazos del conflicto se están desarrollando en el enclave de Baghouz donde queda el último reducto del Estado Islámico. La batalla, que ha provocado casi 20.000 desplazados en pocas semanas, muchos familiares de los yihadistas, ha desvelado nuevos horrores de una guerra que entra ya en su noveno año.
Horrores como la esclavitud a la que han sido sometidas miles de mujeres y niñas, en su mayoría yazidíes, por parte de los terroristas. Muchas han sido liberadas y están en casa. Miles siguen desaparecidas.
Los 8 años de guerra siria han costado la vida cerca de medio millón de personas mientras que casi 100.000 continúan desaparecidas. Por el camino han quedado además más de 2 millones de heridos y mutilados. A estas cifras se añaden los más de 6 millones de sirios que han huido de su país para salvar la vida y los cuatro millones de niños sirios que desconocen lo que es vivir en paz.
Detrás de cada uno de estos números hay una tragedia humana que organizaciones como Cáritas o Ayuda a la Iglesia Necesitada han intentado aliviar en estos ocho años.
Precisamente el Papa se sumó en diciembre a una campaña de esta fundación pontificia para pedir la paz en Siria, un país donde los cristianos, además de sufrir la guerra, también han sido objeto de persecución.
FRANCISCO
“Recemos y ayudemos a los cristianos a permanecer en Siria y en Oriente Medio como testigos de misericordia, perdón y reconciliación”.
Y aunque varias ciudades sirias han recuperado la normalidad, todavía las potencias internacionales siguen desarrollando una tercera mundial por partes en un país agotado por la contienda donde casi el 80 por ciento de su población subsiste en el umbral de la pobreza.